jueves, 27 de mayo de 2010

Redes ficcionadas

Había una vez un señor muy grande, gordo y alto llamado Igor Basileo Menéndez. Cuando firmaba uno de los tantos documentos importantísimos que llegaban a sus manos lo hacía con sus iniciales: IBM. Igor dedicaba sus ratos libres en la oficina a acariciar su gorda panza, que una camisa blanca y azul apenas llegaba a cubrir, y vanagloriarse sin pudor en sus pensamientos de todo lo que la empresa familiar había logrado. Su padre, el señor Telegr Afo, había sido parte de las operaciones de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial y el fundador de la lógica de trabajo de la familia. Igor disfrutaba orgulloso como cada célula de información pasaba por sus manos antes de llegar a los demás, ingenuos usuarios destinados a recibir sin reservas lo que el estuviera dispuesto a difundir.
Igor tenía un primo que con el que compartía ese pensamiento, el señor Huge Grant Medio, que tenía empleados, a los que llamaba cariñosamente periodistas, dedicados a escribir lo que el quería, y le convenía, decir, y difundirlo entre las ignorantes masas.

Esta historia, sin embargo, no pudo permanecer así de feliz por siempre. El malo siempre llega y esta vez fue de la mano de un joven moderno, medio subersivo, con un raro peinado nuevo, flaco, que usaba zapatillas en vez de zapatos, y remeras de diseño, llamado Hack Er. Hack era parte de esa juventud perdida que tiene ideas medio extrañas en la cabeza, seguramente metidas por los comunistas y toda esa calaña, y pensaba que no estaba bien que todos tengan que pasar por la empresa familiar del señor Menéndez para acceder a la información. Así, se juntó con sus amigos nerds y brindó a sus vecinos formas alternativas de comunicarse. Prontamente, Hack y su pandilla no pudieron resistir la tentación de comunicarse y ponerse en Red. Esta nueva forma de inteactuar fue creciendo, e Igor Basileo no pudo evitar ponerle sus grasosas manos encima. Sin embargo, de una nueva forma de comunicarse, surgían también nuevas estructuras de poder.

El empresario Igor empezaba a ver poco a poco como su Imperio dejaba de serlo tanto. Su primo Huge Grant Medio, por su parte, sobrevivió a la transformación. Pero no para siempre. Un par de generaciones después, llegaron los hijos de Hack Er y María Libre Softw Er, llamados Juan Blog Er y Oliver Twitt Er. Ahora, la decisión de qué información llegaba esas quizás no tan ignorantes masas no recaía en forma absoluta sobre la mente de Huge Grant Medio y sus secuaces los periodistas, sino que surgía una nueva generación de practicantes de un nuevo deporte, llamados internautas, que cuestionaban la tarea del periodista. Su esencia ya no era la de tener la primicia o el acceso directo a las fuentes, sino que eran una herramienta más de análisis sobre la realidad, pero ya no la única.

La actualidad es turbia para los señores Igor Basielo Menéndez y Huge Grant Medio. Ellos no se encuentran acabados, pero sí amenazados por esa gran revolución en la que la gran diversidad de cibernautas no pueden ser organizados por un grupo dinamizador responsable y estable. Sí responden a ciertos líderes de tendencias, pero el espectro ideológico que en esa gran red, que no es anárquica, sino distribuida, en contraposición al dibujito de la red cetralizada que el Sr. Menéndez tiene hecha cuadro sobre el escritorio de su oficina, es una expresión de la gran diversidad humana. La existencia de sectores que, por cuestiones socio-económicas, no pueden ser parte de esa gran comunidad es material para otro cuentito, que sin dudas será menos amable que este y debe ser escrito.

Pero este cuentito termina acá, aunque la historia que remite no ha finalizado y se le agregarán páginas y más páginas, provenientes de diferentes manos y cabezas, de los hijos y nietos y tataranietos de Hack Er y Juan Blogg Er, y no de la única pluma, o teclado, de Igor Basileo Menéndez y Huge Grant Medio.

Este cuentito está inspirado en otro: El poder de las redes, de David de Ugarte , fundador y teórico del grupo ciberpunk español. Lo hizo a partir de la revolución que generaron las conversaciones registradas en su blog, sumado a su práctica hackeadora punky y la corriente que arrastró su movimiento, de 1989 a 2007.